12.23.2014

He oído que una frase bien escrita apenas requiere comas, desde entonces me empeño en ponerlas a menudo

Me siento como la primera hoja de una libreta nueva, vacía, esperando poder escribir algo que merezca la pena. Y en el fondo sé que solo conseguiré un párrafo escueto, tres o cuatro borrajos y un
par de dibujos que bien podrían pasar por cuadros cubistas. No sé, tal vez si la vida fuese justa tendría tanto talento como ganas de desahogarme, tal vez tomaría tres piezas de fruta al día y cinco infusiones de marihuana.
Pero ya basta de hablar de mí, no estamos aquí para eso, hemos llegado aquí por otra razón. La clave reside en usted, un lector lo suficientemente ocioso como para buscar blogs en internet, tan necio como para intentar leer algo que le recuerde a si mismo, de alguien a quien espera considerar un genio demente, y poder así sentirse especial. Pero permítame decir que no soy psicóloga, no entiendo la complejidad de la estupidez humana y sus estragos, y obviamente no puedo leer mentes. No comprendo porqué nos obcecamos en emitir quejidos lastimeros sobre la sociedad si todos SOMOS la sociedad. Probablemente jamás sepa porqué la gente que se empeña en ser alternativo se refugia en otras personas con gustos similares formando una gran masa de bombones iguales, envueltos en los mismos papeles individuales y pidiendo ser abiertos.
Claro que también hay genios ahí afuera, o eso he leído. Al fin y al cabo, ¿qué mente es más ingeniosa la del personaje o la del autor que yace tras él?
Acaso estoy rematadamente loca, no me importaría demasiado, creo firmemente que todas las mentes superdotadas de la historia eran parte de un ser chiflado. ¡Sandeces! Soy más corriente y simple de lo que me gusta imaginar, pero usted también, no se sobrevalore. Si fuese algún tipo de seso extraordinario no emplearía su tiempo leyendo estas letras. De cualquier modo, no pasa nada, siempre nos quedará París (quería decir 'el alcohol' pero no he podido evitar la puntilla jocosa) y todas esas obras de los que sí que fueron verdaderos genios. Y alabemos a cualquier deidad falsa porque fueron capaces de escribir algo que a día de hoy nos siga manteniendo dentro del circulo de lo vulgar.

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