9.14.2015

Ayer encontré un pedacito de mí en la almohada

Agua salada
recorría sus mejillas
autoestima desgarrada
en miles de lágrimas.
Mañana, querida,
te culparás
por aliviar tus heridas
a base de chácharas,
y es que nunca se te dio
demasiado bien hablar,
e hiciste del silencio
tu legitima morada.
Tu intimidad escuece
en cada mirada,
tan frágil e inútil,
tan genuinamente torturada.
Quieres que comprenda,
que no dejas comprender
bajo tus mil y una corazas
tu sonrisa fue a esconder.
Luego te derrumbas de madrugada,
el filtro de palabras se arrincona
con la sinceridad brevemente hablas
sin preveer la inminente patada.
Día a día buscando
una excusa para seguir
un motivo malsano
y pastillas para dormir.

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